domingo, 3 de febrero de 2013

Descubren y restauran en Valencia un cuadro inédito de Mateo Cerezo

Pese a la afirmación de algunos investigadores de que Mateo Cerezo (1637-1666) no dejó mucha obra por haber fallecido demasiado joven, los últimos estudios están descubriendo piezas inéditas del pintor burgalés y devolviéndole la autoría de lienzos atribuidos a Claudio Coello o Esteban Murillo. Sin ir más lejos hace poco les dimos cuenta en este mismo periódico de una Inmaculada del monasterio de las Comendadoras de Madrid que se pensaba había pintado Coello y de una Natividad que tiene a la venta una galería londinense que a principios del siglo XX se consideraba obra de Murillo.

Ahora es el Instituto Valenciano de Conservación y Restauración de Bienes Culturales (IVC+R) el que ha descubierto un cuadro desconocido del pintor barroco que estuvo influenciado por el tenebrismo. El lienzo, que representa la Inmaculada, ha necesitado una importante intervención para reconocer su autoría. La directora del instituto, Carmen Pérez, ha explicado en un comunicado que el deteriorado estado de conservación de la obra «ha precisado de una investigación previa a la intervención, para ver con detalle todas las características técnicas de la obra y sus cambios mecánicos y dimensionales».

El lienzo, que se convertirá en el primer cuadro de Mateo Cerezo del que disfrutarán los valencianos una vez que se exponga en el Colegio del Patriarca, había sufrido varias intervenciones anteriores y una generalizada degradación por hidrólisis, un entelado practicado con dos tipos de material adhesivo, uno de ellos sintético, y con diferente cobertura.

La resistencia original del tejido de lino fue modificada física y estructuralmente, creando una disfunción volumétrica con un encogimiento horizontal, que ha fracturado la pintura y provocado el levantamiento de la misma. Además contaba con abundantes repintes que ocultaban el verdadero cromatismo de Cerezo.

La restauración del cuadro consistirá en la eliminación del antiguo entelado, su sustitución por otro nuevo de tipo flotante y la eliminación de repintes y barnices oxidados, lo que permitirá recuperar la luminosidad de la paleta pictórica del pintor burgalés.

El cuadro representa a la Inmaculada Concepción en actitud de recogimiento y aceptación de la voluntad de Dios sobre el globo terráqueo, pisando una serpiente que porta una manzana, como símbolo de la nueva Eva que trae la gracia al género humano. El paisaje del fondo asume el tono ticianesco-vandyckiano de su maestro, así como el gusto por los elementos suntuosos, evidentes en la indumentaria de la virgen.

Entre El Prado y El Louvre

Mateo Cerezo se formó con su padre copiando estampas flamencas. Hacia 1655-57 viajó a Madrid para ingresar en el taller de Carreño de Miranda, donde se convirtió en uno de sus discípulos más prometedores si no llega a ser por su temprana muerte a los 29 años. De su producción destacan los bodegones o naturalezas muertas y la pintura religiosa.
La mayor parte de la obra del artista, que tiene influencias de Tiziano y Van Dyck, se encuentra en el Museo del Prado, el Museo de Burgos y la Catedral. El Louvre de París también posee una obra suya, Santo Tomás de Villanueva.

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