domingo, 27 de enero de 2013

Un paseo por las leyendas y misterios de Valencia

Quieres dar con tus hijos un paseo por la Valencia más misteriosa, esotérica y poblada de leyendas. Seguro que les encantan las historias que van asociadas a algunos de los lugares y rincones más curiosos de la ciudad.

Historia y leyendas se entrelazan en algunos lugares de Valencia dando lugar a curiosos relatos que se esconden en monumentos y calles. Descubrirlos con tus hijos puede convertirse en un divertido plan que seguro les sorprende y entretiene.

EL CAIMÁN DEL PATRIARCA

En el vestíbulo de la Iglesia del Colegio del Patriarca, en pleno centro de la ciudad, los visitantes se sorprenden ante un feroz caimán que les da la bienvenida.

Cuenta la leyenda que este caimán habitaba en el cauce del río Turia y atemorizaba a las gentes que se acercaban a pasear por la orilla. Los vecinos contaban historias del caimán aumentadas por la imaginación, por lo que en algunos relatos se convertía en un feroz dragón de inmensas proporciones.

Parecía que nadie podía hacerle frente, hasta que un valeroso joven se enfrentó al temible cocodrilo utilizando como arma la astucia y el ingenio. Cogió una armadura cubierta de espejos y se puso delante del caimán. El animal se quedó inmovilizado, cegado por la luminosidad que desprendía la armadura. El astuto joven aprovechó la ocasión y sin perder tiempo lo mató de un golpe certero.

Otra leyenda similar sitúa el suceso durante una de las riadas que solían afectar a Valencia. Entre el agua que anegó la ciudad nadaba un cocodrilo que aterrorizó a los vecinos. Un preso se ofreció a capturarlo a cambio de su libertad y tras matarlo fue disecado y colocado en la Iglesia.

La realidad es mucho menos interesante. El cocodrilo fue un regalo del Rey del Perú al fundador del Colegio. El caimán puede ser un símbolo del silencio, ya que los caimanes no tienen lengua.

LAS TRESCIENTAS DONCELLAS

En la puerta del Palau de la Catedral de Valencia, la más antigua, se pueden observar por encima de la arcada, siete cabezas esculpidas en piedra.

Cuenta la leyenda que el Rey Jaime I planeaba tomar la ciudad de Valencia, por aquel entonces en manos de los moros. El monarca prometió a sus soldados que los primeros en entrar tendrían el honor de repoblar la ciudad con mujeres traídas de sus pueblos.

Esta distinción recayó en tres leridanos. El rey, fiel a su promesa, hizo venir a trescientas doncellas de Lérida para casarlas con sus soldados. Se concertaron siete matrimonios que pasaron a la posteridad esculpidos en piedra en la puerta de la Catedral que comenzó a construirse inmediatamente después de la reconquista.

Debajo de las cabezas aún se conservan las inscripciones de los nombres de los legendarios fundadores. Los siete matrimonios estaban formados por: Pere y Maria, Guillermo y Berenguera, Ramon y Dolça, Francesc y Ramona, Bernat y Floreta, Bertran y Berenguera, Doménec y Ramona.

LO RAT PENAT

El murciélago es uno de los animales más emblemáticos de Valencia. No solo da nombre a numerosas asociaciones (en valenciano murciélago es Rat Penat) e incluso es la mascota del club de futbol, sino que figura en el escudo de la ciudad.

Este pequeño y peculiar animal, que nada tiene que ver con serpientes, leones, águilas y dragones que están presentes en otros escudos, jugó un papel fundamental en la conquista de Valencia.

Son varias las leyendas que circulan en torno al murciélago, la más importante de ellas está ligada a la figura de Jaume I.

Un profeta había dicho que mientras un murciélago volara todas las noches, la ciudad se mantendría en poder musulmán. Por aquél entonces el Rey cristiano planeaba conquistar Valencia y estaba acampado con sus tropas fuera de las murallas. Un día un murciélago hizo nido en lo alto de la tienda real y el Rey ordenó que no lo matasen pues podía ser un buen augurio.

Una noche, cuando todos dormían tranquilos se oyó un sonido muy extraño cerca de la tienda del Rey. Rápidamente las tropas se pusieron en guardia y se dieron cuenta que el ejército moro se hallaba muy cerca del campamento y que intentaban un ataque sorpresa.

Ambos bandos se enfrentaron en una terrible lucha, pero finalmente los moros fueron vencidos. Una vez terminada la batalla, el Rey quiso saber el origen del misterioso sonido que había alertado a su ejército, poniéndoles en guardia y permitiendo así hacer frente a los moros. Descubrieron que el murciélago había estado golpeándose a sí mismo en un tambor hasta despertarlos.

En agradecimiento al murciélago, Jaume I hizo poner al murciélago en la parte más alta del escudo de Valencia.

LA GALLERA

El edificio de La Gallera, hoy convertido como sala de Exposiciones, tenía en sus orígenes un curioso fin. Como se desprende de su nombre, este recinto acogía a principios del siglo XX, las peleas de gallos, una práctica hoy abolida pero que en su día contaba con mucha aceptación.

Este espacio poligonal, situado cerca de la Plaza del Ayuntamiento, en pleno centro de la ciudad, era el escenario de multitudinarias peleas. No es difícil imaginar a la gente agolpada en sus balcones para disfrutar del sangriento espectáculo.

BRAZO INCORRUPTO DE SAN VICENTE

Si se visita con niños la Catedral de Valencia, seguro que se sorprenden al observar el brazo incorrupto de San Vicente Mártir.

Este Santo es patrono de la Ciudad de Valencia y vivió en la época en que el emperador Dioclesiano había decretado una de las más crueles persecuciones contra la Iglesia, que en España fue aplicada por Daciano.

El futuro santo fue sometido en Valencia a la tortura del potro. Su cuerpo fue desgarrado con uñas metálicas para hacerle renegar de su fe. Ante la negativa de San Vicente, Daciano, desconcertado y humillado, mandó aplicarle el supremo tormento, colocarlo sobre un lecho de hierro incandescente.

A pesar de todo no pudo quebrantar la fortaleza del mártir, al que terminaron arrojando a un calabozo oscuro y siniestro. Allí, según la tradición el Santo fue consolado por un coro de ángeles que iluminaron el antro y cubrieron el suelo de flores. Pero Daciano no había terminado aún con él y mandó curarle pero solo para someterlo de nuevo a los tormentos. No pudo cumplir su deseo, ya que en enero del año 304 muere San Vicente debido a los heridas sufridas.
Impotente, Daciano ordenó mutilar el cuerpo y arrojarlo al mar. Pero las olas lo devolvían una y otra vez a tierra.

La reliquia del Brazo se venera en Valencia desde 1970. Durante siglos había estado en Italia, pero en 1948 llegó a manos del seglar Pietro Zampieri quien, tras investigar su origen, se la ofreció al entonces arzobispo de Valencia, monseñor Marcelino Olaechea, aunque antes la sometió a diversos estudios para testificar su autenticidad.

SANTO GRIAL

Pocos objetos han sido el centro de tantos misterios, leyendas y estudios como la copa que según la tradición celebró Jesús la última cena.

Lejos de las miradas de buscadores de reliquias, de películas y libros de aventuras, esta pequeña copa de sólo 7 centímetros de altura y 9,5 de diámetro cuyo fondo esconde uno de los más profundos enigmas de la tradición cristiana, se venera en una pequeña capilla de la catedral de Valencia.

El Santo Caliz llegó a Valencia en 1424 tras azaroso peregrinar, sorteando peligros más reales que los ficticios de la literatura y el cine, como fue la invasión musulmana o las persecuciones cristianas. Adornada en su parte superior con una piedra ágata, que al igual que otros elementos que la enriquecen han sido añadidos durante los últimos siglos por la devoción popular, la copa valenciana no es la «copa de un carpintero», tal y como la define Indiana Jones en su última cruzada, sino más bien la que correspondería a una familia acomodada. Esto, aunque paradójico, se ajusta al relato del nuevo testamento que dice que la última cena fue una celebración de Pascua, cuando las familias utilizaban la mejor vajilla.

Todo ello, junto a exhaustivos análisis arqueológicos realizados, le ha permitido ser reconocida por la tradición cristiana como auténtica frente a otras copas.

Durante años esta copa fue usada por los apóstoles, hasta que San Pedro la lleva a Roma. Durante la persecución del cristianismo el Papa Sixto II y su diácono Lorenzo, son apresados, pero antes de su martirio, Lorenzo consigue poner a salvo el cáliz enviándolo a la casa de sus padres en Huesca. Allí permanece durante 450 años, aunque la invasión musulmana vuelve a ponerlo en peligro, por lo que se traslada a San Juan de la Peña, iniciándose un largo viaje que terminó en Valencia.

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